La última edición de la encuesta de Coface sobre el comportamiento de pago en América Latina destaca una fuerte tendencia dual. Por un lado, ha habido un endurecimiento de las condiciones de crédito y, por otro, un aumento significativo en la duración de los pagos atrasados. En un momento de desafíos económicos globales, y con el crecimiento en la región proyectado para seguir siendo débil en 2025, estos resultados generan preocupaciones sobre la estabilidad financiera de las empresas latinoamericanas.
Condiciones de crédito más restrictivas y un endurecimiento general de los plazos de pago
Las empresas en América Latina han respondido a un entorno económico difícil endureciendo sus condiciones de crédito. En 2024, el 88% de las empresas encuestadas ofrecieron plazos de pago, una cifra ligeramente superior a la de 2023. Sin embargo, el plazo promedio de crédito otorgado cayó de 60 días en 2023 a 53 días en 2024, una tendencia observada en todos los países encuestados.
México se destaca con los plazos de crédito más cortos (46 días en promedio), mientras que Brasil impone los plazos más largos, con un promedio de 60 días. El sector de la madera tiene los plazos de crédito más cortos (36 días), mientras que los sectores de químicos, farmacéuticos y construcción ofrecen plazos más generosos, que a menudo superan los 90 días.
Retrasos en los pagos más frecuentes y prolongados
El pago atrasado sigue siendo un gran desafío para las empresas sudamericanas. En 2024, el 51% de las empresas encuestadas indicó que habían experimentado pagos atrasados. En Brasil y Colombia, más de la mitad de las empresas reportaron retrasos, situación que también se observó en varios sectores clave como construcción, energía y tecnología de la información (TIC).
La duración promedio de los pagos atrasados también ha aumentado considerablemente, de 36 días en 2023 a 52 días en 2024. Este aumento es particularmente marcado en Ecuador, Colombia y Perú, donde los retrasos han incrementado en más de 20 días en un año. Ecuador, con un promedio de 64 días, tiene los retrasos más largos, mientras que Brasil (33 días) y Argentina (45 días) tienen los más cortos.
Este aumento generalizado en los retrasos refleja las crecientes dificultades que enfrentan las empresas para mantener una liquidez suficiente ante la demanda débil y el aumento de costos. El fenómeno de los retrasos muy largos, superiores a 150 días, aunque raro, también ha aumentado, afectando ahora al 6% de las empresas encuestadas, en comparación con menos del 1% en 2023. Los sectores farmacéutico y textil son los más afectados por estos largos retrasos, con incrementos de 60 y 38 días, respectivamente.
Los problemas de solvencia entre sus clientes (para el 70% de las empresas) y la demanda débil (29%) son las principales razones dadas para estos retrasos.
Las empresas mantienen un optimismo sobre su propio desempeño en un entorno económico incierto
A pesar de un entorno difícil marcado por condiciones de crédito aún ajustadas y retrasos en los pagos más prolongados, más de la mitad de las empresas encuestadas (54%) espera que su negocio mejore en 2024 en comparación con 2023. Sin embargo, al preguntar sobre los principales riesgos para los próximos 12 meses, las empresas son cautelosas: el 46% de los encuestados teme una desaceleración en la actividad económica, mientras que el 43% menciona un aumento en la competencia y el 29% señala el impacto de las tensiones geopolíticas globales.
A pesar de estas preocupaciones, la mayoría de las empresas (más del 50%) espera que los plazos de pago y los retrasos en los pagos permanezcan estables.
> Descarga el estudio completo aquí (.pdf 602 kB)